El riesgo de la exposición a las pantallas

En 2016, la Academia Americana de Pediatría alertó por primera vez del impacto del mundo digital sobre la salud, y en estos últimos años han ido aumentando progresivamente los ensayos clínicos que corroboran este vínculo” María Salmerón, coordinadora del grupo de trabajo de Salud Digital de la AEP. 5 de diciembre de 2024.

   La Asociación Española de Pediatría, actualiza las recomendaciones en base a nuevas evidencias científicas en 2024.

 1.    Los niños menores de 6 años no deben de estar expuestos a pantallas.

 2.    Existe una fuerte asociación entre el tiempo de exposición de los padres y de los menores,   sobretodo en la hora de las comidas y en el dormitorio.                                        

 3.    Se corrobora que el uso excesivo de pantallas perjudica a áreas como:

         -      El sueño

         -      La alimentación y la nutrición

         -      Actividad física

         -      Riesgo cardiovascular

         -      Fatiga visual

         -       Volumen cerebral

 

“La Asociación Española de Pediatría urge medidas tanto a los gobiernos como al sistema educativo, para evitar los potenciales efectos nocivos en la salud y el desarrollo de niños y adolescentes.”

     Cuando voy en el metro y veo niños y niñas de apenas un año, aprendiendo a realizar la pinza sujetando el móvil o la tablet, mientras que su cuidador/a agarra en sus manos otro aparato similar, pienso, que seguramente nadie les haya alertado de las consecuencias mínimamente nombradas en el cuadro superior.

   ¿Qué pasaría si desapareciesen las pantallas?

     La televisión, fue la primera pantalla que modificó y cambió el ocio familiar en los años 60. Comenzaron a existir teleclubs, espacios públicos abiertos donde se veía la televisión… En los 70 el desarrollo económico, propició la compra de un televisor por hogar y en el 2000, cada miembro de la familia, tenía una televisión en su dormitorio. Ahora, cada miembro de la familia tiene una Tablet, y móvil desde muy corta edad.

         Cuando preguntas a la gente sobre ¿Qué le ofrecen las pantallas? Lo relacionan con la desconexión del día de rutina, tiempo de no pensar y relajarse, evadirse de los problemas…  y yo me pregunto, ¿A caso los niños y niñas necesitan eso? La exposición a las pantallas hace que aumenten los niveles de dopamina del cerebro (neurotransmisor asociado con los sentimientos de placer y recompensa). El cerebro estimula, a través de la exposición de imágenes, sonidos y la recurrencia de luces, áreas del cerebro que reaccionan ante la satisfacción, por eso produce adicción.

        En una sociedad donde las relaciones interpersonales, cada vez se hacen más complejas, deberíamos plantearnos, quién devuelve la mirada de elogio, de cuidado y satisfacción a nuestros hijos e hijas, ¿nosotros o las pantallas?

          Todos sabemos lo difícil que es el conciliar, la vida familiar y laboral y cómo a veces, cuando llegamos a casa, estamos en un espacio público o a la espera de un servicio… solo queremos un segundo de desconexión “de no pensar”. Esta sensación es capaz de producirse efectivamente con la exposición a una pantalla de una manera totalmente pasiva, sin el esfuerzo que una relación interpersonal necesita.

       Cuando validamos esta vía de satisfacción en la infancia, estamos acostumbrando a nuestros hijos e hijas a tener sus primeras interacciones sociales de manera deficiente, es decir, una pantalla no le va a devolver un mensaje coherente e individualizado a sus gestos, sonidos y movimientos. Le estamos privando de desarrollar sus herramientas en las relaciones interpersonales. Es por ello que los estudios demuestran, que la exposición a las pantallas en la primera infancia interfiere en el desarrollo de habilidades motoras, cognitivas y sociales.

        Es mucho más positivo, que nuestros hijos e hijas, puedan sentir, que estamos menos activos en juego porque estamos cansados, pero no voy a sustituirme  por una pantalla. Nuestros hijos e hijas pueden sentirse aburridos, pero no voy a sustituir su imaginación con una pantalla y la frustración de poder estar jugando a lo que me apetece. Nuestros hijos pueden estar en lugar esperando con nosotros, que no les resulte de su gusto, pero su impaciencia y control de impulsos ante la espera, no va a ser sustituido por una pantalla, cada vez que usamos “una pantalla” estamos privando del desarrollo de habilidades básicas a nuestros hijos e hijas para su futuro.

        Si te resulta difícil el re-direccionar un hábito ya adquirido en el uso de las pantallas de tu hijo o hija o lo complicado es gestionar el día a día y lo usas como una herramienta para sobrellevarlo, pide ayuda y no te sientas culpable por ello, su uso está totalmente normalizado y hablamos poco de sus efectos nocivos.

        Como bien dice la Asociación Española de Pediatría, deberían de incrementarse las políticas de prevención y sensibilización, desde todos los ámbitos, en especial desde la educación y la sanidad. Te invito a reflexionar sobre ello.

 

“Nuestros hijos necesitan del reflejo de nuestra mirada, no el reflejo de una pantalla, así nos aseguraremos de que seremos una opción en su búsqueda de apoyo en el desarrollo de su vida.”

Por: Alicia Nájera Rodríguez

Fuentes de información:

 

El riesgo de la exposición a las pantallas.está bajo licencia CC BY-NC-SA 4.0© 2 por A 

 

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Comentarios

Raquel Dorado
hace 2 meses

Cuanta razón y cuanto queda por aprender para que entendamos el daño que las pantallas hacen a nuestros hijos, a nivel fisiológico, emocional y social...hay que replantearse muchas prioridades.
Gracias Alicia por comunicar y hacer llegar a más personas est valiosa información.

Silvia González
hace 3 meses

Una reflexión estupenda a tener muy en cuenta. Gracias Alicia

Ángel
hace 3 meses

Gracias por compartir está información, un artículo muy interesante.